HISTORIA DEL DESARROLLO SOCIAL DE LA HUMANIDAD


LECTURA II

LA POBLACIÓN- EL HOMBRE- UNA LECTURA GEOPOLÍTICA
La población es la agrupación de núcleos humanos que se ubican en un territorio, configurando con el poder, otro de los elementos constitutivos del Estado.
EL HOMBRE: en la perspectiva del pensamiento geopolítico clásico, es mirado como un ser vivo que se encuentra inmerso en una lucha permanente con otros seres vivos para mantener la supervivencia de su especie; esta es una lucha a muerte en la que solo sobreviven los más aptos. Este biologismo es trasladado al campo de la vida social humana y a las relaciones entre los diversos grupos humanos son pensados con el mismo prisma de la lucha de todos contra todos por la supervivencia; en esta lucha, según esta perspectiva, los sobrevivientes devienen en raza superior, lo cual les confiere derechos sobre las “razas” subordinadas o inferiores y les da una soberanía ilimitada.
En el contexto de las colectividades humanas, cada individuo es mirado como parte de un todo al cual se debe y el cual le impone tareas precisas que debe cumplir a cada instante aún a riesgos de su propia vida. Dentro de la lógica estatal en la que los hombres se encuentran inscritos, el Estado le da a los hombres la idea o discurso rector que orientará su vida; podrá decirse incluso que los hombres pertenecen a la idea o voluntad dominante dentro de su estado cual es la de
engrandecimiento, expresión de la patria por todo el planeta; está concepción se puede mirar en toda la clase de organizaciones, estatales o no, militares o civiles, que son orientadas por una misión; ejemplo: como los del ejército nacional socialista alemán, el ejército rojo soviético o chino, los ejércitos de salvación o las naciones imbuidas en un destino manifiesto nos muestran como los hombres particulares pierden su existencia real para pasar a convertirse en gotas de agua de una marea o puntas de lanza de una idea a materializar en el espacio.
De otro lado, en tanto factor cuantitativo que debe ser administrado por el Estado, el hombre es mirado como una especie que crece de modo exponencial mientras los alimentos y otros recursos disponibles solo crecen en progresión aritmética; esto lleva a que el Estado se tome la prerrogativa de decidir cuántos nacen y cuántos pueden sobrevivir y a cuántos habría que eliminar para mantener el equilibrio entre oferta y demanda de alimentos y otros recursos. Lo mismo se podría decir para la relación entre población y espacio disponible; acá también el Estado podrá disponer o controlar la natalidad y la muerte como también el traslado forzoso de poblaciones de una región a otra.
El manejo subjetivo de esta consideraciones podrán llevar a pensar que las únicas formas de gobierno apropiadas para la geopolítica con los de corte totalitario o las tiranías. La realidad es otra: La Geopolítica pretende poner en consideración del gobernante como conductor del Estado, aquellos factores conflictivos que deben ser enfrentados con plena conciencia y disposición para poder asegurar viabilidad del proyecto político particular de dicha comunidad, manejos que en muchos de los casos llevan a la reflexión sobre la calidad de la actual espacio vital que controla el
Estado y sobre el cual pretende desarrollar las condiciones propias para conseguir el bienestar de la población vinculada.
El tema pudiera parecer como conflictivo cuando se relaciona el poder con las identidades raciales o étnicas, discusiones aún no superadas, completamente en nuestros días, a pesar de los esfuerzos por demostrar lo contrario.
Es la población quien le imprime vida y dinamismo al territorio que ocupa y en su formación entra a jugar la más variedades condiciones, como lo son los factores fisiológicos, económicos, culturales, políticos, entre otros, que le dan personalidad, ejerciendo pleno contacto con el espacio sobre el cual aplica una acción poderosa y fuerte conforme a las iniciativas que es capaz de sacar adelante, en directa proporción con el poder soberano que le permite desarrollarlas.
La estabilidad que puede llegar a tener un pueblo humano sobre un territorio, le permite desarrollar usos, costumbres, comunicación, comercio, etc, que le facilitarán, con el tiempo acrecienta sus particularidades y potencialidades.
La relación continuada y permanente entre individuos, facilita la obtención y desarrollo de afinidades como el lenguaje, la conciencia de un recorrido histórico común, y la posibilidad de ver materializados los actos que la voluntad humana es capaz de visualizar y luego concretar.
El dominio del territorio, su aproximación por medio de las vías de comunicación, su explotación económica, con algunas de las condiciones que facilitan la transformación y la amalgamación de la población con el territorio, que tendrá diferentes estímulos políticos de a cuerdo con la extensión y forma del territorio, de la cantidad y calidad de la población, a sí como su distribución y estructura.
El estudio de la población debe permitir identificar el verdadero motivo que desarrolla el grupo humano en su desenvolvimiento estratal, convirtiendo a la población en el estímulo político que proviene de las relaciones con el estado. La población con el estímulo político está íntimamente relacionado con la superficie del territorio, las características geográficas y con el poder político con el cual se relaciona.
Anteriormente, el hombre estaba constreñido a desarrollarse de acuerdo con las limitaciones o potencialidades que le permitía el suelo en el cual vivía. Los avances técnicos y tecnológicos y la búsqueda infatigable por alcanzar el bienestar, le han llevado a practicar toda su inteligencia y dedicación, a domar la naturaleza poniéndola a su servicio.
Sin embargo, el hombre no puede desprenderse del suelo en que vive y es un elemento que está siempre presente en el estudio del estado para comprender sugrado de amalgamación es preciso conocer la trayectoria de la masa humana en el tiempo y en el espacio.
Los factores cuantitativos de la población se enmarcan dentro de las fibras numéricas que alcanza el grupo humano, su disposición y distribución dentro del territorio, la densidad con respecto a la superficie y a la estructura asimilada, factores todos que generan en su conjunto, una motivación, en estímulo político particular que será encarnable en el estado.
La cantidad de la población está determinada por su crecimiento o decrecimiento entendiendo que a medida que el hombre aplica su inteligencia en busca de su bienestar individual y colectivo, el nivel de morbilidad ha disminuido y la expectativa de vida ha aumentado, lo cual hace que el número vaya en ascenso, generando un amplio impacto en el propio Estado, ya que se presentan desequilibrios entre las cantidades demandantes por “cosas para vivir” y el “inventario real de cosas disponibles”.
El estudio del impacto de estos requisitos, sus orígenes y consecuencias es estudiado por Malthus, quien advierte del inminente peligro que trae consigo un crecimiento demográfico desproporcionado.
Las tendencias de crecimiento o decrecimiento poblacional alertan a los Estados
con respecto a la necesidad de modificar o no, en el corto y mediano plazo su
propio “espacio vital”.
La cantidad de población exige una confrontación con la superficie del territorio que compone el Estado, pues cualquier desbordamiento ocasionaría conflictos de superpoblación que limitarían el desenvolvimiento social de los miembros y afectarían el flujo normal de inmigraciones y emigraciones que mantienen la movilidad poblacional entre los estados.
La ocupación poblacional del territorio está limitada por la ubicación de los recursos naturales, el clima, las áreas de cultivo y las facilidades para establecer vínculos comerciales con otras comunidades. Ante la superpoblación, en el orden interno se evidencian acciones en diferentes
frentes:
- Se deben aumentar las fuentes internas de producción de alimentos
- Se debe motivar la emigración
- Es posible una disminución del nivel de vida promedio
Por su parte, en el orden externo:
- Se hace necesario ampliar el territorio, real o virtualmente, mediante la proyección del poder, por ejemplo en términos culturales y tecnológicos.
- La magnitud del conglomerado humano permite una “mayor” capacidad de representación del Estado que lo aglutina con respecto a otros Estados, sobre todo ante organismos internacionales.
En caso del decrecimiento poblacional, o de un aumento de la población anciana con respecto al promedio de natalidad, le corresponde al Estado propiciar la inmigración, obviamente a partir de una adecuada selección del núcleo humano deseado, con el fin de que pueda suplir las falencias que se presentan en los diferentes órdenes.
El territorio estatal, de acuerdo con el poder interno del Estado en mención, podrá desarrollar total o parcialmente la geografía vinculada, por medio de la proyección del poder, que logra a través de las vías de comunicación, integrar el (los) Heartland (s) con los Hinterlands, generando las zonas vivas y muertas y los paisajes y regiones que configuran bajo la óptica geopolítica, el espacio en cuestión.
Estos hechos facilitarán o no la distribución poblacional a lo largo y a lo ancho del territorio, generando ventajas de dominio sobre el espacio de manera temporal, puesto que la dinámica económica y política, así como las acciones de la naturaleza pueden hacer atractivo o no, en diferentes momentos de tiempo, el asentamiento de un núcleo poblacional en alguna parte específica del territorio, como sucede por ejemplo ante el ciclo vida de una explotación minera. Podría entonces entenderse la idea de población como un todo identificable con diferentes
características, como lo son el sexo y las edades de los individuos que le dan unos rasgos particulares al grupo humano en distintos momentos del tiempo. De otro lado, los factores cualitativos de la población generan otro elemento principal dentro del estímulo político que la población le imprime al Estado. L raza, la cultura, el nivel de desarrollo científico, son algunos de los elementos que forman parte de esta cualificación.
El aspecto étnico cuyo orígenes se confunden con el comienzo mismo de la humanidad no solo responde a situaciones imponderables de suelo y clima, sino a algunas características visibles como lo son la pigmentación de la piel, la estatura, la forma craneal, los rasgos faciales, la forma de la nariz, el color de los ojos y del cabello y otros muchos detalles fisiológicos que identifican grupos y subgrupos raciales, puros aspectos fenotípicos de origen ambiental que no establecen
diferencias radicales en capacidades o desempeños posibles.
Al hacer medición y generar asociación por afinidad de rasgos étnicos, podríamos señalar las principales razas mundiales como lo son, la Caucásica, la negra, la mongoloide, de las cuales se desprenden un gran número de sub-razas. Cuando las características distinguen la presencia de un antepasado común, el lugar geográfico donde se encuentre el asentamiento humano puede ser o no, tenido en cuenta para establecer diferencias grupales.
En términos geopolíticos, las razas que conforman el grupo poblacional de un Estado deben ser estudiadas para:
- Establecer si la raza componente está armonizada con el periodo políticoeconómico del Estado, es decir, con los grupos de poder dominantes en el momento en el concierto internacional.
- Si es necesario, seleccionar un grupo humano al cual se le desee facilitar la inmigración, con el fin de aprovechar experiencias exitosas en otras partes del globo, en lo que respecta a la economía, la tecnología y la cultura, entre otros aspectos.
Ante la realidad de la desaparición casi por completo de razas puras, debido a la movilidad y los desplazamientos humanos, es también un hecho que las fronteras raciales hayan casi desaparecido, lo cual no quiere decir que no le corresponda a los estados enfrentar pugnas por problemas étnicos a su interior y muchas veces con grupos humanos ubicados fuera de su territorio. Aparece el concepto de cultura como la memoria social que tienen los pueblos y que los estimula para alcanzar en su conjunto diferentes objetivos, a partir de las características del conjuntos de conocimiento espirituales y materiales que alcanzan los grupos humanos en un constante afán de pervivir a través de su viaje por el tiempo y que es retomado de generación en generación.
La generación cultural se debe a diferentes y variados procesos de acomodación, asimilación, emigración, imitación y transmisión que le permiten al grupo social comprender la realidad que los rodea y formular estrategias de todo tipo para tratar de acomodarla a sus necesidades particulares.
Se distingue en perspectiva geopolítica la concepción de civilización y cultura de la de civilización y progreso.
Se asume que la civilización representa “el esfuerzo humano por conquistar el mundo de la naturaleza y de la cultura por los medios de la inteligencia en las esferas de la ciencia, de la técnica y la tecnología, mientras la cultura busca iluminar el espíritu con luces y ciencias no naturales; ella es la verdadera espiritualidad, en cambio la civilización quiere decir mecanización”.
En la orbita de la civilización y el progreso, el progreso se asocia a la consecución del bienestar basado en el progreso intelectual y material cuyo alcance debe ser facilitado por el estado.
Ya lo proponía Rousseau en el Emilio, cuando decía que la educación era el mejor instrumento para asegurar en el tiempo la consolidación de las afinidades deseadas del grupo humano que determinaba a un estado en particular, orientando la consolidación de un tipo cultural adecuado a sus expectativas.

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